La indignación de hoy no ha venido por la noticia en sí, sino por todas las cosas que se pueden leer entre líneas. El texto explicaba la exhumación de once cadáveres republicanos en Galicia. El tono de la noticia, como la mayoría, era claramente anedóctico, que es la moda imperante en el periodismo de masas. El periodista comentaba, también como anécdota, que "una juez de Castropol (Asturias) llegó a amenazarles con prohibir la exhumación", para centrar la atención del lector en datos más interesantes, como las lágrimas de los aldeanos, o cosas por el estilo.
El motivo de la exhumación ha sido la presión de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica, y vecinos que, al parecer, fueron testigos de los asesinatos. Los autores del crimen no podían ser otros que los falangistas, los mismo que hoy en día se presentan a elecciones.
Mi indignación es una indignación antigua, latente... Es, seguramente, la misma que sintieron todas y todos los que lucharon, los que estaban dispuestos a todo con tal de traer la libertad usurpada durante cuarenta años, cuando ven en los libros de historia que nuestra transición es un ejemplo a estudiar. Como también deben indignarse los partidarios de listas que han sido ilegalizadas, so pretexto de no condenar la violencia, cuando ven que año tras año La Falange y todos sus sucedáneos concurren a las elecciones cuando han sido verdugos de personas cuyo única pega fue abogar por un República democráticamente instaurada.
Porque ahora parece que vende periódicos hablar de la recuperación de la memoria... ¿Qué memoria estamos recuperando? Una memoria parcial, llena de lagunas, en la que plantear que en este país existe un pacto de silencio que ampara a personajes como Fraga, o que permitió que en el 77 aquellos que ostentaban el poder político pasasen a tener el poder económico, o que nos impuso un régimen monárquico por decisión de un dictador...
Pero eso no es recuperar la memoria histórica, porque estamos cansadas y cansados de estudiar que si no hubiese sido gracias a Juan Carlos el golpe de estado habría triunfado, que no hay que abrir antiguas heridas, y que perdonar es necesario...
A veces me pregunto si pasará como ha pasado con la exhumación de esos cadáveres: que por mucho que quisieron esconderlos y borrarlos de los documentos, la gente de los pueblos, los testigos mudos, crearon canciones, relatos y poemas para no dejarlos morir, para asegurarse de que por mucho que se empeñen algunos no se puede reescribir la historia.