viernes, 17 de agosto de 2007

La transición pactada


Nuevamente leyendo el periódico he notado como una sensación que comienza en la boca del estomágo para ir subiendo hacia la garganta, y hacer que tense los músculos de la mandíbula, me invadía. He de plantearme seriamente este vicio mio de leer el periódico.

La indignación de hoy no ha venido por la noticia en sí, sino por todas las cosas que se pueden leer entre líneas. El texto explicaba la exhumación de once cadáveres republicanos en Galicia. El tono de la noticia, como la mayoría, era claramente anedóctico, que es la moda imperante en el periodismo de masas. El periodista comentaba, también como anécdota, que "una juez de Castropol (Asturias) llegó a amenazarles con prohibir la exhumación", para centrar la atención del lector en datos más interesantes, como las lágrimas de los aldeanos, o cosas por el estilo.

El motivo de la exhumación ha sido la presión de la Asociación por la Recuperación de la Memoria Histórica, y vecinos que, al parecer, fueron testigos de los asesinatos. Los autores del crimen no podían ser otros que los falangistas, los mismo que hoy en día se presentan a elecciones.

Mi indignación es una indignación antigua, latente... Es, seguramente, la misma que sintieron todas y todos los que lucharon, los que estaban dispuestos a todo con tal de traer la libertad usurpada durante cuarenta años, cuando ven en los libros de historia que nuestra transición es un ejemplo a estudiar. Como también deben indignarse los partidarios de listas que han sido ilegalizadas, so pretexto de no condenar la violencia, cuando ven que año tras año La Falange y todos sus sucedáneos concurren a las elecciones cuando han sido verdugos de personas cuyo única pega fue abogar por un República democráticamente instaurada.

Porque ahora parece que vende periódicos hablar de la recuperación de la memoria... ¿Qué memoria estamos recuperando? Una memoria parcial, llena de lagunas, en la que plantear que en este país existe un pacto de silencio que ampara a personajes como Fraga, o que permitió que en el 77 aquellos que ostentaban el poder político pasasen a tener el poder económico, o que nos impuso un régimen monárquico por decisión de un dictador...

Pero eso no es recuperar la memoria histórica, porque estamos cansadas y cansados de estudiar que si no hubiese sido gracias a Juan Carlos el golpe de estado habría triunfado, que no hay que abrir antiguas heridas, y que perdonar es necesario...

A veces me pregunto si pasará como ha pasado con la exhumación de esos cadáveres: que por mucho que quisieron esconderlos y borrarlos de los documentos, la gente de los pueblos, los testigos mudos, crearon canciones, relatos y poemas para no dejarlos morir, para asegurarse de que por mucho que se empeñen algunos no se puede reescribir la historia.

martes, 14 de agosto de 2007

La violencia de género: algo de lo que sentirse orgulloso


Leyendo el periódico esta mañana, no pude evitar mi indignación al leer el siguiente titular: "Un hombre llama a la policía para jactarse de que estaba pegando a su mujer"

Además de estar asesinándonos, ahora parece ser un hecho por el que sentirse orgulloso. No puedo imaginarme el razonamiento de tantos hombres que, como él, descargan sus complejos y frustraciones sobre nosotras. El mismo razonamiento que ha causado 65 asesinatos en lo que va de año, y que además le hace sentir bien, lo suficientemente bien como para llamar a las fuerzas de seguridad y regodearse en el hecho de estar golpeando, humillando y aterrorizando a su pareja.

En las últimas 48 horas, cuatro mujeres han sufrido la misma suerte. ¿Cuánto debe crecer la cifra de asesinadas para que se tomen medidas realmente efectivas? Nadie puede negar el esfuerzo del gobierno actual que, como primer paso ha puesto el tema de la Violencia de Género dentro de la agenda política. En los últimos cuatro años se han creado dos leyes estatales para combatir al patriarcado. Por un lado "La ley de igualdad efectiva entre mujeres y hombres".
y por otro lado "La ley orgánica de medidas de protección integral contra la violencia de género"
Sin menospreciar el esfuerzo, ambos textos plantean serias carencias. Si hacemos un sumarísimo análisis del marco sobre el cual están planteadas vemos una carencia muy importante en la propia definición del problema; es decir: ¿la violencia de género es un problema de toda la sociedad o sólo de las mujeres? ¿son las mujeres víctimas o responsables pasivas de la misma? ¿qué papel tienen los hombres? ¿qué es el género?...

A pesar de que la primera pregunta parece una obviedad, es algo que los legisladores parecen no tener muy claro. De hecho se plantea como un problema social y sin embargo de cara a tomar medidas de concienciación con el tema, sólo encontramos destinadas específicamente a mujeres . No existen medidas de concienciación dirigidas a los hombres. Lo que me lleva a la segunda pregunta. En el mismo texto vemos cómo las mujeres somos víctimas de la violencia y como a la vez somos responsables. Éste es uno de los mayores fallos. Si planteamos que somos víctimas de los malos tratos, no se está favoreciendo el marco necesario para el empoderamiento. En este punto entroncamos con el otro planteamiento: si somos responsables de sufrir la violencia en tanto en cuanto no denunciamos o tomamos medidas para acabar con esa situación, es necesario que, además de dotar al sistema de medidas efectivas (y con efectivas me refiero a que consigan que dejemos de ser asesinadas), se cree un contexto favorable para la toma de conciencia como sujetos activos en la sociedad con capacidad de intervención. Dicho de otro modo: el sistema debe dotarnos de herramientas útiles para empoderarnos, cosa que no hace dado que las propias leyes reproducen la dualidad de víctimas-responsables.

Con relación al papel del hombre, aunque también pueda resultar evidente, vemos que no le es asignado ninguno. Por un lado las mujeres somos las víctimas, pero por el otro también somos verdugos pasivos, así que el hombre no tiene ninguna responsabilidad en el hecho de que nos asesinen. De hecho me gustaría ver qué cara se les queda a los (y lo pongo en masculino no por usar un genérico, sino porque estoy convencida de que son hombres) que se devanan el seso redactando estas leyes cuando leyeran el titular que he leído hoy "Un hombre llama a la policía para jactarse de que estaba pegando a su mujer".

Y en la última pregunta podemos hayar la piedra de toque de un debate que está abierto en la actualidad. Si entendemos el género como una construcción cultural que se basa en la asignación de determinadas características personales según su sexo biológico, también entendemos que hay dos géneros: por una lado el femenino, al que tienden a asignársele características con denotaciones negativas en la sociedad actual, y por otro lado el masculino, al que (habeis adivinado) se le suelen asignar características con denotaciones positivas. Por lo tanto un razonamiento lógico nos llevaría a pensar que en tanto en cuanto construcciones culturales, ambas, traen sus problemas. De lo que derivan teorías innovadoras que se dedican a trabajar sobre las masculinidades.

Hasta que no asumamos que la sociedad es una sociedad machista, que ejerce en todas las esferas de nuestra vida un violencia directa contra la mujer que va desde la imposibilidad de promocionar en el trabajo, el acoso sexual, acoso verbal, marginación y exclusión, reclusión al ámbito de lo privado, violencia física... y que frente a ella debemos posicionarnos todas y todos, no habrá medida alguna que sea efectiva.

lunes, 13 de agosto de 2007

DOS MAESTROS DE UN TIRO


Anoche en el recinto hípico de Cáceres, ante 10.000 personas, Sabina y Serrat inundaron un escenario lleno de versos, recuerdos en el imaginario colectivo, canciones, comentarios...

Casi tres horas de concierto convencieron de que estos dos pájaros siguen siendo dos maestros dentro y fuera del escenario. Un recorrido por sus más de veinte años de música en su concierto número veinte.

La fórmula no podía fallar, mezclar:
"Pueblo blanco", "Para la libertad", "Es algo personal"... con algunos sonetos del incombustible y siempre irónico Sabina. (Que tuvo a bien revelarnos uno de los grandes misterios: fueron los catalanes los que inventaron "hacer el amor", lo hicieron para no tener que pagar.) Agitar con "La del pirata cojo", "A la orilla de la chimenea" y "Pastillas para no soñar". Aderezar con "Lucía" (Por cierto nadie se ha preguntado si" Lucía existe? Menuda canción) "Y sin embargo", "Penélope", "Que se llama Soledad"... Añadirle muchas dósis de humor, algún bailecito, disfraces y una banda de músicos espectacular.

Tras siete años sin ver a Caín, y otros tantos sin ver a Abel, mereció la pena. El público se entregó, como se entregaron los cantantes. Para no romper la tradición no faltaron guiños políticos, con un Serrat más comprometido y un Sabina más hiriente.

En definitiva, inmejorable concierto, dos maestros que dejaron claro que dos puede ser igual a uno + uno. Complicidad y profesionalidad sobre las tablas, dos pajarracos que hicieron gala de su mala salud de hierro, y de que pueden y quieren seguir disfrutando con su trabajo.

sábado, 11 de agosto de 2007

A esa ciudad, que ya no es la mía

Es curioso darse cuenta de cómo las percepciones influyen en el objeto que observamos.

Una ciudad, una imagen, una persona... todo se desdibuja y se aleja de su realidad primigenia para convertirse en un compendio de recuerdos, sensaciones y anhelos personales que, cada cual a su modo, proyectan sobre lo que tienen ante sus ojos. Ocurre como con los miedos, tendemos a proyectarlos, a veces sin sentido, frente a determinadas situaciones.

Algo parecido me pasa cuando paseo por mi ciudad, aquella que a ratos es mía y a ratos no lo es. Es mía cuando paso delante del Parque del Príncipe que, a pesar de su nombre es mucho más nuestro que de Felipe. Tantas tardes entre sus cinco fuentes, compartiendo su hábitat con murciélagos, erizos, deportistas con sus “walkman”, bicicletas, ranas... Allí, en nuestro microclima, propiciado por la cantidad de árboles y agua, las risas hacían las veces de banda sonora. Y entre ellas confesiones, buenos ratos, no tan buenos... Alguna de nosotras (porque siempre te queda el deje: las amigas de toda la vida serán siempre “nosotras”) guarda muchos de esos secretos que sólo confesaría durante esas tardes de temprana adolescencia...

No es mía cuando veo que casi no hay iniciativas para las que aún no usamos bastón. Cuando el 1º de Mayo ves sus calles y avenidas vacías, desoladas... algún resquicio de lo que pudo ser movimiento obrero pasa en un coche con megáfono intentando recordar a la ciudad que sigue siendo necesario. Pero la ciudad es tan descreída que sólo puede despertarse cuando amenazan con cerrar las bares antes o con prohibir el botellón. Si al final todo es cuestión de prioridades.

Me vuelvo a adivinar en ella entre sus piedras milenarias. Aquellas que muchos antes que yo tocaron y construyeron. Y paseo por la casa del mono, y me imagino las leyendas que cuentan y las contrasto con la cara de dolor que presenta la gárgola. Si continúo y paso por debajo del arco de la estrella, como antes lo hicieran los carruajes de las amantes de un antiguo conde, diseñado así para que a su paso hicieran menos ruido y no alertaran a la condesa, vuelvo a sentirla como propia.

Sin embargo, tan sólo a unos metro el ayuntamiento me recuerda que no me pertenece. Doce años de gobierno (in) popular me espetan a la cara que no hay cabida. Que la ciudad no necesita movimientos sociales, no necesita más turismo que el de la Semana Santa y no necesita gente joven con inquietudes distintas a la de la gente mayor.

Si vuelvo sobre mis pasos recuerdo los días en los que el tiempo no contaba porque el centro de la ciudad era una fiesta en la que todas y todos éramos bienvenidos. Entonces si que era mi CIUDAD, así, con mayúsculas. Una semana para aprender, bailar, pintarse la cara, divertirse... la ciudad del WOMAD, de los puestos de artesanía, de los hippies recién salidos de woodstock, de las niñas con la cara pintada, de las señoras mayores escandalizadas porque se está profanando la “subida de la virgen a la montaña”, del colapso del único baño público, pero sobre todo de las risas.

Cuando me abandonan esos recuerdos me enfrento al recinto hípico. Ese lugar lleno de arena y de nada en la que el ayuntamiento trata de recluir a todas y todos los jóvenes. Da igual WOMAD, que conciertos, que discotecas, que botellón... Es el lugar perfecto, lejos de la ciudad, para que no se nos vea y si aumentan los accidentes de coche, pues daños colaterales...

La recupero en la plaza de las veletas, al lado de San Mateo, callejeando entre sus angostas calles-pasadizo. En la judería el blanco de la pared se funde con el sol (que en estos meses pega fuerte) y te parece haberte trasladado a un pueblecito del mediterráneo. El aljibe, cómplice de los deseos de los visitantes, te lleva tranquilamente a la época en la que la cultura árabe nos regaló tantos y tantos siglos de sabiduría.

La pierdo en la Cruz de los Caídos. Con su insultante altura de cemento erigida en el centro de la ciudad, para impedir que nos olvidemos de quién mandó durante cuarenta años. Como los logotipos que adornan las casas de protección oficial de la época, o los nombres de algunas calles que, aunque se borraron del rótulo, no lo hicieron del imaginario colectivo.

Sin duda la encuentro en el Corral de las Cigüeñas, en la Torre de Sande, en el Aldana. Como también la encuentran las y los jóvenes que, como yo, pretenden hacerse un hueco. Y es difícil, porque es una ciudad en la que cada día hay menos alternativas, menos opciones en las que un@ jóven se desarrolle, se entusiasme...

Me encuentro en Mario Vargas Llosa que, aún con ese nombre, es mi espacio. En mi casa rosa, que las veces me recuerda a un algodón de azúcar, con sus grandes ventanas y su pequeño jardín.

Así es mi ciudad, que es mía mientras se aleja y de otras mientras crece. Una ciudad de la que renegar y de la que sentirse orgullosa, y todo al mismo tiempo.