Ultimamente hay varias palabras que suenan constantemente allá donde vaya: crisis y posmodernidad. Da igual si estoy en el metro, donde la crisis se respira (además de algunos olores que mejor me ahorro describir) en casi cada viajera o viajero al que miramos: el becario con su mp3 y sus zapatillas desgatadas; la inmigrante arrastrándose tras un sinfín de bolsas; el anciano al que nadie le cede su asiento y casi ni miran para no sentir que quizás debieran levantarse; la madre trabajadora con cara de preocupación y cansancio que disimula mal tras un poco de colorete... Y la otra palabra, posmodernidad, que resuena en cada muro de mi facultad... que si la teoría queer, que si cambio de paradigma, que si ruptura de las identidades...
El caso es que yo, como mujer joven, que mal que bien va haciendo frente a sus contradicciones, ultimamente reflexiono mucho sobre estos dos conceptos. Y reflexiono también sobre mi misma: yo como sujeto sujeta a un momento histórico que, posmodernidades a parte, es un momento bastante confuso.
Yo, una mujer joven en proceso de construcción (acaso no nos construimos durante toda nuestra vida), he llegado a la conclusión de, si bien no me arriesgo a categorizar como fenómeno generalizado, que creo que estamos siendo afectadas por "la crisis de la mujer posmoderna". ¿Y en qué consiste esta crisis? Pues yo creo que en lo que todas las crisis (quizás ya superamos la crisis de la mujer moderna y la de la ilustrada): en momentos de cambios en los que lo "antiguo" no ha terminado de marcharse y lo "nuevo" no termina de llegar.
No terminamos de romper con las definiciones que nos dió la anterior época, definiciones sobre el amor, sobre las relaciones, sobre nuestra relación con el espacio público, sobre nuestra inserción en el espacio privado... y no nos sentimos cómodas con las representaciones que se nos venden en esta época confusa. Es decir, ¿para ser una mujer liberada es necesario deshechar todo lo anterior y asumir los nuevos patrones que, (una vez más, la historia tiene la manía de moverse en círculo)se nos presentan por oposición, como antagónicos irreconciliables?
Tengo, por tanto, que deconstruir (otro término que parece estar en alza) mi sexualidad, mi identidad, mis modos de relación, mis espectativas de futuro... Y he de sustituirlos por algo así como muy leve, no?, muy naif. Una especie de todo vale.
Y en medio de todos estos pensamientos estoy yo. Yo y la parte que me niego a racionalizar de mi. Yo y mi día a día. Yo y mi torpe intento por identificar lo que está bien y lo que está mal. Yo y mi sentimiento de culpa por no ser una moderna (posmoderna) de esas que nos venden como nueva imagen triunfalista. Yo y mi "no llego a fin de mes". Yo y mi duda... Yo en la ciudad...yo y la crisis de la mujer posmoderna...
jueves, 12 de noviembre de 2009
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3 comentarios:
...has dado en el clavo, al mismo tiempo que dabas el primer paso...
...la identificación de las contradicciones, de los polos opuestos, como elemento clave para la reconciliación con una misma. Con su ser y estar en el mundo. Con su ser sujeto del cambio. Con su propia emancipación...
nadie nos dijo que fuera fácil, bebé... pero aquí estamos descubriendo y destruyendo...
y esta es la gracia del feminismo. La facilidad que tiene para revelarnos las cosas sobre las que pensar...
la necesidad de una nueva ética, de una nueva moral, de una nueva mujer, pasa fundamentalmente porque nos repensemos todas estas cosas...
tesis, antítesis, síntesis. En eso estamos.
Gran entrada, queridísima Sara. Ya sabes que comparto tu análisis.
Ayer leí un interesante texto de Zizek escrito en el 99 en el que "deconstruye", de manera fulminante y con cierta dosis de humor, la teoría posmoderna.
El drama es que el amo ahora les dice que tienen la obligación de obedecer y disfrutar de la obediencia.
Besos
Vaya, hombre, por fin una mujer estudiante de ciencias políticas que no es ni del PP ni del PSOE. Enhorabuena.
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